¿Te has sentido alguna vez atrapado entre la necesidad de controlar tu cuerpo y la culpa que aparece después de comer?
A veces, comemos sin hambre. Otras, sentimos que no podemos parar. Y después… llega la culpa, el rechazo hacia uno mismo, el deseo de «deshacer» lo que acabamos de hacer.
Puede parecer un problema con la comida, pero en realidad es un conflicto más profundo, más emocional.
Hoy quiero hablarte de la bulimia, un trastorno silencioso que muchas veces se vive en soledad, pero que tiene salida si lo abordamos con comprensión y ayuda.
¿Qué es la bulimia?
La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por episodios de ingestas compulsivas seguidos de conductas compensatorias: vómitos, ejercicio excesivo, ayuno, uso de laxantes… La persona se siente atrapada en un ciclo que no puede controlar: comer en exceso, sentirse culpable y hacer todo lo posible por “corregir” lo que ha hecho.
Pero la bulimia no tiene que ver con la falta de voluntad, ni con “querer llamar la atención”, ni con ser débil. Tiene que ver con el dolor, con la presión, con la necesidad de controlar lo que sentimos a través de lo que comemos.
¿Cómo se siente una persona con bulimia?
En una palabra: mal. Muy mal.
Con vergüenza, con miedo a ser juzgada, con la sensación de no poder parar, pero tampoco poder contarlo. La comida se convierte en una obsesión, en una válvula de escape, pero también en una fuente de sufrimiento.
Es como si cada comida fuera una prueba, una amenaza. Como si tu autoestima dependiera de si has comido poco o mucho, si has podido controlarte o no.
Y lo más doloroso es que muchas veces todo esto sucede por dentro, en silencio, sin que nadie lo note.
Culpa vs. responsabilidad
Cuando una persona vive con bulimia, la culpa aparece constantemente. Culpa por comer, culpa por no poder parar, culpa por haber vomitado, culpa por ocultarlo. Pero la culpa no ayuda a salir de este círculo, solo nos hace sentirnos peor como personas.
La responsabilidad, en cambio, sí puede ser el primer paso para sanar. Responsabilidad no es castigarse, es asumir que algo está pasando, que no está funcionando, y que necesito ayuda para comprenderlo y cambiarlo. No desde el reproche, sino desde el cuidado.
¿Qué puedo hacer si estoy viviendo esto?
Lo primero: hablarlo. Contarlo a alguien de confianza, ponerlo en palabras, no vivirlo solo/a.
Lo segundo: buscar apoyo profesional, sin esperar a estar peor. El sufrimiento no se mide por kilos, ni por frecuencia. Si te está afectando, es importante.
En terapia, no trabajamos solo con la conducta alimentaria. Vamos al fondo: ¿Qué estás sintiendo? ¿Qué te dices a ti mismo/a? ¿Qué estás intentando controlar o evitar a través de la comida?
La relación con la comida se puede sanar. Y con ella, la relación contigo mismo/a.
Un mensaje para ti, si estás pasando por esto
Puede que ahora sientas que no hay salida. Que siempre vas a vivir así. Pero no es verdad. He acompañado a muchas personas en este camino, y sé que es posible reconstruirse desde el respeto y el amor propio.
No estás solo/a.
No eres culpable.
No tienes que seguir sufriendo en silencio.
Podemos ayudarte.